Contrato emocional, ¿Cómo no disminuir la productividad de los empleados?

En este mundo donde los empresarios se rompen la cabeza por encontrar los métodos que les permitan hacer que sus empleados sean mucho más productivos. Hay una pregunta que es clave: ¿Por qué la gente no responde cómo yo quiero?.

La respuesta no es tan complicada como muchos la plantean. El punto está en que ciertas acciones rompen con el contrato emocional de las personas con la empresa, y no hay vuelta atrás.

Para aclarar un poco, el contrato emocional, en el ámbito de las empresas, es un sentimiento de pertenencia muy importante que las personas sentimos con respecto a la organización que nos contiene. Puede estar expresado de distintas formas, por ejemplo, en la confianza con compañeros de equipo, la admiración a los más capaces, la sensación de que la empresa nos tienen en cuenta, etc. Sin embargo, el punto más importantes es el último de la lista anterior.

¿Qué pasa cuando algo sucede y la confianza con la empresa se rompe?

Por ejemplo, los amiguismos, las promesas incumplidas, gestionar mediante el choque y los conflictos, la falsedad, etc, son situaciones mucho más comunes de lo que parecen y es el paso definitivo para que algunos empleados se quiten la camiseta de la empresa y su mente ya no piense en productividad sino en pasar el tiempo, contando los minutos que restan para terminar la jornada.

Además, las situaciones que llevan a romper el contrato emocional pueden ser mínimas. Algo que para el responsable no es más que una decisión tomada en un momento cualquiera, puede afectar tremendamente la vida de la persona que esperaba algo más humano y acorde con su aporte de trabajo e ideas a la organización.

Por esa razón, debemos revisar con cuidado cada decisión que tomemos. De eso depende si nuestro equipo se dejará puesta la camiseta o se la quitará para siempre.

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