Mi primera intención fue compartir el artículo original, por el cual estoy escribiendo esto. Luego, pensé que es mejor comentar cuáles son para mi los conceptos más importantes, basado en mis años como parte de sendas bandas de rock, y otros estilos, en las que compartí mucho trabajo, horas de ensayo y algunos recitales inolvidables. Aunque, como artistas aficionados, o parte del under como decimos acá, descuidé muchos de los aspectos que se mencionan en la nota.
Todo comienza con una advertencia del autor: “No se trata de si ganas mucho dinero o no. Se trata de un cambio de actitud y la forma de pensar acerca del arte creado por uno mismo. Así, se descubre que las personas muchas veces toman nuestro arte más en serio de lo que creemos”.
Un artista amateur espera la inspiración
“Desde el primer momento se ataca el punto clave en todo esto de ser, o querer ser, un artista. La nota asegura que, mientras un artista profesional se trabaja todos los días sobre algún aspecto de su obra, el aficionado sólo espera tener buen ánimo para hacerlo.”
Sin dudas, el eje de la cuestión. Cualquiera que quiera dedicarse a algo, debe invertir muchas horas de trabajo, y ese compromiso tiene que ser diario, no sirve esperar el momento, porque ese momento no llegará. Un poco cada día es el entrenamiento ideal para lograr acercarse lo más posible a los resultados que uno espera, y muchas veces, superarlos.
Los artistas aficionados trabajan hasta que sale otra cosa
“Un artista profesional no corta su trabajo porque comienza su programa de televisión favorito. Se trabaja hasta que se agotó la última gota de energía de su creatividad, y un poco más para no dejar nada de lado. Los profesionales saben que las primeras horas sólo son un calentamiento, dice el autor.”
Directo al grano, nuevamente. Muchos aficionados tomamos el instrumento, el pincel, las hojas, la computadora, o lo que sea nuestra herramienta de expresión, sólo para ejercitar un momento mientras esperamos otra cosa, y los resultados saltan a la vista, la diferencia con el que lo hace a conciencia se nota en todo. Muchos creen que no pasa nada, o que “la gente no se da cuenta”. Todo lo que sea fingido se nota, y una vez creada esa brecha entre el público y el arte, no hay vuelta atrás. Tampoco sirve el “trabajo en varios proyectos a ver a ver que sale”, porque no saldrá nada, se los garantizo.
Los artistas amateurs cambian constantemente el foco
“Un profesional sabe que la maestría se logra con años de trabajo. Mientras que un aficionado cambia constantemente de acuerdo al estado de ánimo u otros factores. Un profesional sabe que “el que mucho abarca, poco aprieta”. Muchos profesionales cambian el enfoque, a veces, pero no lo que hacen: el músico sigue siendo músico, el escritor, escritor, y así con todos. Más allá de los genios, la mayoría de nosotros, necesitamos enfocarnos en lo que elegimos para que nuestro arte refleje lo que queremos expresar, con maestría y actitud verdadera.”
Ahora, ¿cuántas veces sentimos ese estado de incertidumbre que nos impulsa a preguntarnos si cambiar o no de rubro profesional?. Y, ¿cuántas veces eso nos ayudó a darnos cuenta de que estamos en el camino correcto? El hecho es que nos falta capacitación en aspectos que hoy no nos dejan avanzar. Tan sólo eso. Actitud y aprendizaje.
Un artista aficionado cree que el éxito llegará rápido
“El profesional sabe que para lograr el reconocimiento de su arte deberá trabajar duro durante años. Crear una reputación no es una cosa rápida, sino que lleva tiempo lograr que el público comprenda lo que realmente expresa su arte. Para un profesional, el arte no es un pasatiempo, es un trabajo y se lo toma como tal. La verdadera actitud del profesional está en trabajar todos los aspectos: creación, contactos, comercialización y consumo. Un poco cada día.”
Muchas veces resulta en frustración el hecho de avanzar de a poco. A veces el camino se hace largo y la luz al final del túnel está cada vez más lejos. Seguir adelante, arriesgando cosas como el bienestar económico, algunas actividades sociales y mucho más, son cuestiones de elecciones, de seguir buscando ese camino que nos haga sentir bien, y dónde nuestro trabajo será recompensado.
Un artista amateur cree que no necesita horarios ni organización
“Mientras que al aficionado toma la idea del hippie-espíritu-libre que no necesita seguir reglas, el profesional sabe que la única forma de ser productivo es dejar para después las actividades rompe-rutina, como contestar el correo electrónico, o revisar las cuentas de Twitter o Facebook. Ellos conocen la importancia de trabajar en un espacio ordenado y evitar distracciones para que la creatividad sea productiva.”
El flagelo de la actualidad, las redes sociales y su encanto, tener Internet en la palma de nuestra mano, o creer que porque tenemos una idea original, esta triunfará por si misma. Nada más alejado de la realidad. La organización es todo. No hay que escapar a la palabra rutina, cuando esta se trata de aprovechar al máximo la creatividad y encaminarla por el lado productivo.
El artista aficionado nunca termina un trabajo
“Un artista amateur está siempre ocupado en hacer revisiones, ediciones, cambios de formato y otras tareas que no le permiten dar por finalizada una obra para pasar a la siguiente. Se dicen perfeccionistas. Cuando la perfección de la próxima obra se encuentra en las imperfecciones de la actual. En cita a David Bayles”.
Esto es más común de lo que parece, nuestras inseguridades nos llevan a pensar que un trabajo no está bien hecho y lo alargamos más de lo necesario. Aunque, debemos evitar la actitud descuidada de presentar las cosas “así nomás”. La cuestión no es faltar el respeto al que va a observar, leer o escuchar, sino mostrar lo que queremos expresar con el máximo esfuerzo que en este momento somos capaces de ofrecer.
Un artista amateur está demasiado ocupado aprendiendo a hacer todo
“Los libros, talleres, charlas y clases son esenciales. Sin embargo, si te la pasas asistiendo a eventos y aprendiendo cada cosa que se pone delante tuyo, nunca tendrás tiempo para explorar y descubrir lo que realmente quieres expresar. Los profesionales aprenden lo básico y descubren lo que necesitan en base a la experiencia de hacer constantemente.”
Este punto es algo polémico. Mientras muchos asisten a cursos para ser tomados como “expertos”, muchos prefieren el camino de la experiencia y del hacer y equivocarse. En el ámbito del arte, es muchísimo más productivo aprender sobre la marcha que estudiar 20 años para luego recién salir. Volvemos al punto anterior: hacer algo bien es hacer lo que uno quiere expresar, con las herramientas y el conocimiento que uno posee en ese momento, siempre con una base técnica que soporte esa expresión.
El artículo original continúa su debate sobre otros puntos, como el de ser parte de una comunidad. Sin embargo, quiero rescatar una última reflexión: “Ser un profesional no se trata de tener tarjetas de presentación de lujo o divertidas, o un montón de dinero. Se trata de tomar esa obsesión que tenemos por algo y convertirlo en nuestra carrera. No lo hacemos por el dinero, aunque debemos tener en cuenta que sin dinero será muy difícil que podamos ejercer nuestro arte, por falta de tiempo y energía.”
Ser un profesional en cualquier rubro es muy difícil, los que seguimos participando lo sabemos, y artículos como este nos dan un empujón, o una patada, mejor dicho, hacia adelante, para que no dejemos de perseguir nuestras propias utopías.
Artículo original: 9 Warning Signs of an Amateur Artist